martes, 31 de mayo de 2011

Componer para la imagen

Llamamos música para la imagen a todas aquellas piezas o fragmentos musicales que se componen expresamente para acompañar imágenes, con la finalidad de ayudar a narrar una historia haciéndola más comprensible, potenciando las sensaciones que queremos que experimente el espectador, ofreciendo una segunda lectura de lo que sucede en la escena o incluso sugiriendo información que no aparece en plano.

Este tipo de composiciones tienen un campo muy amplio de aplicación y pueden variar mucho entre sí en cuanto a estilo, duración, instrumentación, etc, dependiendo del proyecto y la temática a la que van destinadas: música para película, para un documental, un vídeo comercial, publicitario, o cualquier otro tipo de género. Muchas veces los códigos que son válidos en un campo, se hacen poco aplicables en otro.
Pero la música para la imagen, sea cual sea su área de aplicación, tiene un denominador común y es el de estar al servicio de una narración o mensaje, buscando el equilibrio con el resto de elementos artísticos y técnicos: historia, guión, atmósfera, iluminación, encuadre, escenario, ritmo... Esa integración con la narrativa es la parte esencial de este tipo de composición y lo que la diferencia, por ejemplo, de la música discográfica.

Cómo convertirse en compositor para la imagen.

En primer lugar, queriendo serlo. Parece una perogrullada, pero no lo es! Componer para imágenes es algo fantástico y musicalmente muy interesante, pero también requiere de un gran ejercicio de contención que no todo el mundo está dispuesto a asumir. Estamos al servicio de una historia y para ello compondremos piezas o fragmentos que en ocasiones podrán ser muy complejos y musicalmente potentes, especialmente en lo relacionado con el ritmo y la dinámica, pero también nos encontraremos con momentos que tan sólo requieren una nota de piano. O a veces ni eso. Por esa razón este tipo de trabajos requieren que dejemos nuestro ego de compositor en casa y que tengamos muy claro cuál es nuestro papel dentro de la producción, teniendo que sacrificar en ocasiones pasajes o momentos musicalmente interesantes si realmente no aportan nada a la escena, o por el contrario si aportan un exceso de dramatismo, llegando incluso a superar la intención de la propia escena. Cuando sucede eso solemos decir que la banda sonora está fuera de la película.

Es conocida la afirmación de que una banda sonora es buena cuando "está, pero no se nota". Obviamente la banda sonora está, se oye y acompaña al resto de la película, pero si está bien integrada fluirá con la imagen igual que lo hacen el resto de elementos creativos y técnicos. Si alguno de estos elementos se hace notar por encima del resto, aunque puedan estar bien realizados, seguramente arruinarán la película, mientras que si están bien integrados formarán parte de un todo que hará crecer la historia.
Si además de eso conseguimos que sea un buen trabajo musical, estaremos ante una gran banda sonora que podrá tener su momento de protagonismo individual convirtiéndose en CD o descarga digital como producto independiente. De hecho, hace ya años que ha surgido un público fiel (me sumo a ellos) a este tipo de productos, llegando incluso a coleccionar bandas sonoras de películas que ni siquiera han visto y donde el protagonista principal es el propio compositor. ¿Quién no tiene alguna BSO de John Williams, Danny Elfman, Hans Zimmer, Howard Shore, Roque Baños, Alberto Iglesias, Ángel Illarramendi...? (y un larguísimo etcétera si se es un freak como yo).
Pero hay que insistir de nuevo en que el objetivo principal de componer para la imagen no es únicamente el de forjarse una reputación como compositor, aunque es lícito y deseable, pero por encima de todo está el formar parte de una historia, ayudar a narrarla y hacerla llegar al público. Eso es lo que va a hacer que los directores quieran contar con nuestro trabajo. Si además de esto nos dan un Goya, pues genial.

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