jueves, 2 de junio de 2011

Componer para películas y la contención musical.

Hacer música para la imagen es apasionante, pero no me canso de decir que para ser un buen compositor es mejor dejar los egos en casa. Y si eres de los que trabajan en casa, pues los dejas en Andorra... cuanto más lejos, mejor.

Componer para una película es como una montaña rusa creativa que va de un extremo a otro: creas piezas infinítamente complicadas, con métricas cambiantes, ritmos y armonías casi imposibles y que además acompañan la narración con la emotividad o el dramatismo adecuado. Difícil, pero acabas disfrutando como un niño en un chiquipark.
Sin embargo en el otro extremo tenemos momentos de contención absoluta, en los que tan sólo podrás crear un pasaje atmosférico compuesto por dos tristes notas de chelo durante 20 compases seguidos. Si incluímos una sola nota más, el director nos estrangula. A nosotros y al chelista, si es que no se ha lanzado antes por una ventana de puro aburrimiento.

Es así y realmente no debería ser de otro modo si queremos hacer bien nuestro trabajo, porque estamos componiendo para ayudar a hacer inteligible una historia. La música cumple un cometido narrativo y si nos desviamos en exceso de esa intención, estaremos creando una partitura estupenda, pero haciendo una mala película.
No hace mucho acabé la composición para un cortometraje de terror/drama. En una de las escenas, la música iba in crescendo, acompañando el dramatismo de las imágenes hasta llegar a un punto álgido en el que la protagonista decía una frase-sentencia, de esas que hacen grande una película. En ese instante la música alcanzaba su máximo apogeo dramático. Brutal. Pues bien, después del primer visionado la directora me pidió que modificara la partitura para que llegado el punto álgido quedara todo en silencio y el protagonismo fuera exclusivamente para la actriz y su frase-sentencia. Juro que no entendí nada y en un primer momento creí que estábamos arruinando el momento más dramático de la película, con esa música capaz de hacer llorar a los leones del congreso.
Modifiqué la partitura. A los pocos días volvieron a montarla sobre la escena y visionamos de nuevo ese fragmento. De repente ví como esa frase-sentencia, sin ningún aderezo de música, cobraba un dramatismo y un peso que jamás hubiera imaginado. El silencio fue mucho más efectivo que la música. Sacrificamos el momento más dramático de la composición, pero a cambio conseguimos el momento más dramático de la película. Y a fin de cuentas, estábamos haciendo eso, una película.
Siempre he escuchado con atención a los directores y desde ese momento me quedó aún más claro si cabe que ese es el camino correcto. La recompensa suele ser una buena película, una buena banda sonora y con habilidad y esfuerzo, un buen trabajo musical. O lo que es lo mismo, que nos vuelvan a llamar para otro proyecto!

Nunca podemos olvidar que, aunque la música sea un arte y una verdadera pasión, estamos trabajando. Al menos cuando componemos para otros y esperamos que nos paguen al final del proyecto!. El director nos contrata porque espera algo de nosotros y aunque su gusto puede coincidir o no con el nuestro, se trata de su película y él mejor que nadie sabe cómo quiere el resultado final.
Afortunadamente casi siempre nos llamará porque ha escuchado algo de nuestro trabajo y le ha gustado lo suficiente como para confiarnos esa parte de su película. Lo habitual es que se nos permitirá desarrollar toda nuestra creatividad y muy probablemente hasta tomar decisiones creativas que hagan crecer una escena, o incluso toda la película. Lo ideal es que se desarrolle un trabajo conjunto entre director y compositor, al menos en lo referente a concepto musical, referentes y gustos... información muy importante si queremos acercarnos al máximo al concepto que el director tiene en su cabeza. Si además eres un buen observador, te interesas por la comunicación no verbal y sabes organizar y canalizar esa información, tendrás muchos puntos ganados para acertar a la primera con la partitura. A veces se recaba mucha más información tomando unas cañas con el director, que releyendo el guión setecientas veces. Aunque a partir de la tercera caña la información se distorsiona.

No hay comentarios:

Publicar un comentario